Muchos de los educadores y padres de familia se habrán preguntado, si realmente influye negativamente la televisión en los niños. Y qué estudios sustenta esa afirmación. En esta nota revisaremos algunos estudios e investigaciones relacionados con este tema.
En los últimos 15 años se ha producido un torrente de medios dirigidos a infantes y niños pequeños. Hoy existen programas de televisión para niños de incluso 12 meses; se han desarrollado juegos de cómputo con teclas especiales para niños de nueve meses y DVD educativos se dirigen a infantes de un mes.
Este mayor tiempo frente a la pantalla contraría las recomendaciones del American Academy of Pediatrics Committee on Public Education, de que los menores de dos años no deberían ver nada de televisión. En cambio, el comité sugiere que los niños participen en actividades que fomenten el desarrollo cerebral, como hablar, jugar, cantar y leer con los padres. En varias encuestas se ha mostrado que, los niños de menos de dos años pasaron más del doble de tiempo frente al televisor que oyendo lecturas. Era menos probable que los “espectadores empedernidos” supieran leer a los seis años.
Dados los riesgos potenciales para el desarrollo, ¿por qué exponen los padres a sus hijos a la televisión y a otros medios visuales? Una razón es la creencia de que los medios son educativos (Zimmerman F. J., 2007). Sin embargo, en un estudio longitudinal prospectivo, el tiempo dedicado a ver televisión entre el nacimiento y los dos años no mejoró el lenguaje ni las habilidades visuales y motrices a la edad de tres años (Oken E., 2009). En otro estudio enfocado en la exposición deliberada de los niños a un DVD educativo que destacaba palabras del vocabulario objetivo, pequeños de 12 a 18 meses no mostraron diferencias significativas en comparación con grupos control que no fueron expuestos a los vídeos educativos (DeLoache J. S., 2010).
Otras razones que dan los padres para exponer a sus bebés a los medios son la creencia de que el niño disfruta o se relaja al verlos y el uso de los medios como una niñera electrónica (Zimmerman F. J., 2007). En una encuesta se encontró que casi una quinta parte de los niños de dos años o menos que miraban televisión diariamente la tenían en su habitación. Las dos razones más comunes para esta práctica eran liberar el televisor familiar para otros miembros de la familia y mantener al niño ocupado (Vandewater Elizabeth A., 2007).
¿Qué efecto tiene el uso constante de los medios en el desarrollo neurológico y cognoscitivo? ¿Estimula el comportamiento agresivo? ¿Tener un televisor en la recámara interfiere con el sueño? ¿Los juegos de vídeo y cómputo fomentan las capacidades visuales y espaciales o implican el riesgo de que haya tensión ocular y problemas ergonómicos? Se ha logrado reunir evidencias de que el ruido de fondo interfiere con la concentración de los niños pequeños en el juego (Anderson y Pempek, 2005), pero se necesitan más estudios para determinar la forma en que la exposición intensa a la televisión afecta el desarrollo de los infantes. Una cosa está clara: el tiempo dedicado a los medios es tiempo que se resta al juego de exploración y a la interacción con los miembros de la familia, dos actividades muy importantes para el desarrollo. En efecto, incluso tener una televisión encendida en el fondo disminuye tanto la cantidad como la calidad de las interacciones del niño con sus padres (Kirkorian, Pempek, Murphy, Schmidt y Anderson, 2009).
Por otro lado, se ha demostrado que algunos de los programas desarrollados para niños tienen efectos positivos. En un estudio, niños que habían visto programación educativa (como Plaza Sésamo) tenían mejor desempeño en la escuela, leían más libros, eran menos agresivos y mostraban más creatividad en la adolescencia (Wright J. C., 2001). Además, se ha demostrado que el programa de Barney y sus amigos se relaciona con el desarrollo del vocabulario, actitudes sociales positivas y juego de simulación de mayor calidad, en especial cuando después del programa se realizaba una actividad que enfatizaba los componentes más importantes (Singer, D. G, 1998). Esos estudios, y otros similares, indican que lo que miran los niños es tan importante como el tiempo que lo miran.
En gran medida, el debate sobre la influencia de la televisión en el desarrollo de los niños sigue sin ser resuelto, y tanto los que están a favor como quienes están en contra tienden a hacer afirmaciones contundentes que no están bien sustentadas por los datos. Ver televisión no parece relacionarse sistemáticamente con problemas ni con beneficios. No obstante, debería tenerse prudencia dado nuestro conocimiento acerca del importante papel de las experiencias tempranas en el desarrollo del cerebro, los indicios de que los televidentes asiduos pueden desarrollar algunos problemas de atención y el riesgo de que la televisión sustituya prácticas más activas e interesantes (Courage y Setliff , 2009). La mejor actividad para un niño pequeño sigue siendo la interacción con otra persona viva, que respire y sea receptiva.
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