La denominación de los ‘siete pecados capitales’ tiene su origen en la edad media. Se pretendía que el hombre medieval poseyese el código de conducta basado en las virtudes cardinales; las cuales son considerados verdaderas llaves maestras que posibilitan un buen convivir de la humanidad.
Se denomina “pecados capitales” por que son cabeza o principio de los demás pecados, muestran claramente la cuna de todo lo moralmente reprobable. Son soberbia, pereza, gula, envidia, ira, avaricia y lujuria.
Esta forma de codificación moral que fue formulada en el medio evo tiene asombrosamente el mismo tratamiento hoy en día, se viven en las diferentes sociedades actuales, algunas devaluadas y otras con ciertas transformaciones, como lo enfoca Fernando Savater en su libro «Los siete pecados capitales». Pero cuando se relaciona con el conjunto de elementos actuales o características de nuestra sociedad nos llevan a cuestionarnos muchas preguntas que tienen que ver directamente sobre el sentido mismo de la vida y su trascendencia.
Savater en su obra realiza una hipotética conversación con satanás, de tal forma que pone en crisis varias ideas que el hombre actual tiene. Enfoca básicamente que la inclinación o decisión, reside en la posibilidad de acoger hospitalariamente al “semejante”, al prójimo como una persona válida por sí misma; dicho de otra manera, el entender a los seres humanos que están frente a nosotros cualquiera sea su condición como un interlocutor válido como un fin en sí mismo.
Lo que verdaderamente constituye el mal moral es entender al “semejante” como un “medio”, como un objeto que puede ser utilizado para el propio beneficio, en conformidad al principio del “amor a sí mismo”.
Se ve claramente todos los elementos que condicionan a los siete pecados capitales. Nos pone en manifiesto la analogía pecado vs contexto actual. Aunque las sociedades anglosajonas son muy diferentes a las latinoamericanas. Pero se considera que esas realidades no son tan distintas.
Se debe rescatar como reflexión que si el hombre va camino a la deshumanización, esta en nosotros; como actores principales cambiar las formas y modos de vida que nos permitan revalorizarnos como humanos.
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