Los años de la adolescencia se han considerado un tiempo de rebeldía adolescente que involucra confusión emocional, conflictos con la familia, alejamiento de la sociedad adulta, comportamiento temerario y rechazo de los valores adultos. Sin embargo, la rebelión plena parece ser relativamente poco común incluso en las sociedades occidentales, al menos entre los adolescentes de clase media que asisten a la escuela. La mayoría de los jóvenes experimentan cercanía y sentimientos positivos hacia sus padres, comparten con ellos opiniones similares acerca de temas importantes y valoran su aprobación (Off er, Ostrov y Howard, 1989; Offer y Church, 1991; Off er, Ostrov, Howard y Atkinson, 1988).
Además, contrario a la creencia popular, al parecer los adolescentes bien adaptados no son bombas de tiempo en marcha, listas para explotar sin previo aviso más adelante en la vida. En un estudio longitudinal que se realizó durante 34 años con 67 muchachos de 14 años del área suburbana, la gran mayoría se adaptó bien a las experiencias de su vida (Offer, Offer y Ostrov, 2004). Los relativamente pocos adolescentes muy atribulados solían provenir de familias perturbadas y, en la adultez, continuaban con vidas familiares inestables y rechazaban las normas culturales. Los que fueron criados en hogares con una atmósfera familiar positiva tendían a salir de la adolescencia sin problemas graves, y en la adultez establecían matrimonios sólidos y llevaban una vida bien adaptada (Offer, Kaiz, Ostrov y Albert, 2002).
No obstante, la adolescencia puede ser una etapa difícil para algunos jóvenes y sus padres. El conflicto familiar , la depresión y la conducta de riesgo son más comunes que en otros momentos del ciclo vital (Arnett, 1999; Petersen et al., 1993). Aunque el conflicto familiar es relativamente poco frecuente, tiene un impacto importante en los problemas emocionales. Este hallazgo es cierto sobre todo en el caso de las chicas y de los adolescentes cuyos padres nacieron en el extranjero (Chung, Flook y Fuligni, 2009). Las emociones negativas y las oscilaciones del estado de ánimo son más intensas durante la adolescencia temprana, debido quizá al estrés asociado con la pubertad. En la adolescencia tardía, la emocionalidad suele estabilizarse (Larson, Moneta, Richards y Wilson, 2002).
Reconocer que la adolescencia puede ser una época difícil quizá ayude a los padres y a los maestros a poner en perspectiva la conducta difícil. Pero los adultos que suponen que la confusión adolescente es normal y necesaria tal vez no presten atención a las señales de los relativamente pocos jóvenes que necesitan ayuda especial.
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