El planteamiento dialéctico lineal de la ley 070 «Teoría – Práctica – Producción – Valoración» no funciona adecuadamente en el ámbito educativo porque asume que el proceso de enseñanza-aprendizaje sigue una secuencia rígida y unidireccional. Esta visión lineal presenta varios problemas:
Falta de retroalimentación continua: Al separar las fases de forma lineal, se impide el intercambio constante entre teoría y práctica. En la realidad educativa, la práctica debe nutrir continuamente a la teoría, y la teoría debe ajustarse a la práctica en un proceso cíclico y dinámico. Un proceso lineal no permite este enriquecimiento mutuo.
Rigidez ante el contexto: Un modelo lineal no permite ajustes inmediatos según las necesidades del contexto o los cambios en las circunstancias. En la educación, los procesos deben ser flexibles para adaptarse a los desafíos impredecibles. Si la teoría solo precede a la práctica, los ajustes necesarios en el camino quedan limitados.
Producción sin reflexión crítica: En un proceso lineal, la producción educativa puede quedar desconectada de la reflexión crítica continua. Al finalizar la fase de producción sin retroalimentación constante, se pierde la oportunidad de mejorar el proceso en tiempo real. Esto también afecta la valoración, que puede llegar demasiado tarde para ajustar la praxis educativa de manera efectiva.
Visión pasiva del aprendizaje: Este enfoque puede sugerir que los estudiantes son receptores pasivos de la teoría, que luego aplican de manera mecánica en la práctica. En realidad, el aprendizaje es más bien un proceso dialógico y activo, donde los estudiantes y docentes co-construyen conocimientos a través de la interacción entre teoría y práctica.
En resumen, un modelo lineal ignora la naturaleza dinámica de la educación, la cual requiere una constante interacción entre los elementos, en lugar de una secuencia fija. La educación necesita un enfoque dialéctico cíclico que permita la retroalimentación, el ajuste continuo y la interacción entre todas las fases del proceso.