Los seres humanos somos seres sociales. Desde el principio nos desarrollamos en un contexto social e histórico. Para un infante, el contexto inmediato normal es la familia, pero ésta se encuentra sujeta a influencias mayores y cambiantes del vecindario, la comunidad y la sociedad.
La cognición y la personalidad están más sujetas a variaciones de las experiencias, como la familia en la que crecen los niños, la escuela a la que van y las personas con las que tratan. Tomemos el lenguaje como ejemplo. Antes de que los niños aprendan a hablar, deben alcanzar cierto grado de maduración neurológica y muscular. Ningún niño de dos años pronunciaría la frase anterior, por enriquecido que sea su hogar. Pero sin duda el medio ambiente tiene una participación importante en el desarrollo lingüístico. Es probable que los niños cuyos padres les leen y comparten con ellos juegos de letras y palabras aprendan a leer más pronto que si esas habilidades no son alentadas o reforzadas.
La posición socioeconómica puede ser un factor importante en el logro educativo, no por sí misma sino a través de su influencia en la atmósfera familiar, la elección del vecindario y las prácticas de crianza y en las expectativas de los padres hacia sus hijos.
Los niños de edad escolar pasaban más tiempo fuera de casa en visitas y actividades sociales con sus pares que cuando eran más pequeños. También pasaban más tiempo en la escuela y en los estudios y menos en las comidas familiares que los niños de una generación anterior.
La pandemia del COVID-19 indujo a muchos países a paralizar sus actividades educativas replegando a los niños a una vida familiar “impuesta”.
Quizás para decepción de algunos, los niños en general no han sido enviados a casa a jugar. La idea es que continúen su educación en casa, con la esperanza de no perderse demasiado en el ritmo de su aprendizaje.
Las familias son fundamentales para la educación y está ampliamente comprobado que proporcionan aportes importantes en el aprendizaje de un niño.
La expansión a escala global de la actual educación en el hogar podría considerarse bastante positiva, ya que es probable que sea efectiva. Pero, por lo general, este papel se ve como un complemento de la contribución de la escuela.
Los padres complementan el aprendizaje matemático de un niño practicando contar o resaltar problemas matemáticos simples en la vida cotidiana; o retroalimentan lecciones de historia con visitas a importantes monumentos o museos. Ser el principal impulsor del aprendizaje, incluso en combinación con materiales en línea, y aunque muchos padres de todo el mundo escolarizan con éxito a sus hijos en casa, parece poco probable que se generalice en toda la población.
Entonces, si bien la escolarización global en el hogar seguramente producirá algunos momentos inspiradores, algunos momentos de enojo, algunos momentos divertidos y algunos momentos frustrados, parece muy poco probable que en promedio reemplace el aprendizaje perdido de la escuela. Pero el punto más importante es este: probablemente habrá disparidades sustanciales entre las familias en la medida en que puedan ayudar a sus hijos a aprender.
Las diferencias clave incluyen la cantidad de tiempo disponible para dedicar a la enseñanza, las habilidades no cognitivas de los padres, los recursos (por ejemplo, no todos tendrán el kit para acceder al mejor material en línea), y también la cantidad de conocimiento: es difícil ayudar a su hijo a aprender algo que quizás no entienda usted mismo. En consecuencia, este episodio conducirá a un aumento en la desigualdad del crecimiento del capital humano para las cohortes afectadas.
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