Hasta hace poco, y aun hoy en muchas partes del mundo, la educación se concebía como un proceso de transmisión de conocimientos y valores. Pero como nadie da lo que no tiene, el educador deberá ser un rico depósito y coleccionador de conocimientos y valores morales. Educador es sinónimo de maestro. Es él quien debe imponer o más sutilmente, proponer metas a sus educandos. El educador es el sujeto de la enseñanza, los educandos son su objeto. El es depositario de la verdad, que debe transmitir a los ignorantes, y el defensor de los valores de una sociedad. El alumno deberá repetir, recibir, aceptar sin discutir. El educador es activo, el educando, pasivo.
Dentro de este marco conceptual, Durkheim describía al profesor como un magnetizador o hipnotizador intelectual y moral: “el sacerdote o intérprete de las grandes ideas morales de su tiempo y de su país”.
Los adelantos científicos y sociales han echado a pique toda esta concepción. La relatividad de los conocimientos y de los valores acabó con dogmas y sacerdocios. La información es tan amplia que es imposible retenerla, y la verdad tan compleja que es imposible poseerla. Las tecnologías vienen en auxilio del hombre y cumplen la tarea informadora. Conocer ya no es “Saber” sino intuir, imaginarse y crear.
El educador deja de ser transmisor, se convierte en fomentador de análisis, inductor de cambios, activador de búsqueda, motivador y facilitador de experiencias, suscitador de discusión y crítica, generador de hipótesis, planteador de problemas y alternativas, promotor y dinamizador de cultura; frente a un grupo estudiantil que piensa, crea, transforma, organiza y estructura conocimientos en un sistema personal y dinámico: que elige y opta autónomamente, como sujeto que es del proceso educativo.
La educación se realiza a partir de las potencialidades y aspiraciones de los hombres. Educarse es explorarse, autodescribirse, construirse. La educación no es obra de manufactura sino de agricultura.
Lo importante en el educador no es tanto saber como ser, compartir, comprender, no es tanto poseer un cúmulo de conocimientos y técnica docentes sino mas bien un conjunto de actitudes, las más importantes de las cuales son las de búsqueda, de cambio, de crítica de renovación y de libertad intelectual. A sus dotes humanas sumará una gran claridad ideológica y una profunda sensibilidad humana y social. Sin atarse a ningún sistema o ideología determinada, el educador deberá tener una propia y asimilada concepción del hombre y de su comunidad acerca de los objetivos de la vida humana sobre el sentido y los fines de la comunidad social, lo cual supone una sólida formación filosófica, antropológica, sociológica y política.
La rapidez de los cambios en la actualidad, hace que podamos presagiar, si no predecir, cambios radicales en la función del profesor. La educación ya está dejando de ser privilegio de las escuelas y se ha volcado sobre la vida social haciendo de la sociedad una real agente educadora. Los medios de comunicación han quitado a la escuela casi toda la función informadora, centrando su labor en la orientación. Las máquinas han desplazado las energías humanas del campo de la recolección de datos al de la creatividad.
Las estructuras escolares, concebidas como lugares y programas de enseñanza para la adquisición de títulos, están en vías de desaparecer. Sobrevivirán como centros de consulta investigación y reforzamiento del aprendizaje. La educación real se hará a domicilio en los grupos primarios, por medio de la intercomunicación de experiencias vividas, con la ayuda de los medios de comunicación, el internet, las computadoras, las bibliotecas, los laboratorios y grupos de profesores expertos como recursos para el aprendizaje.
La modernización de los métodos, la organización digital, etc. necesitarán sin embargo de la creatividad e iniciativa de los maestros; de lo contrario se reducen a organismos muertos. Los procesos y las técnicas, en efecto no son eficaces en si mismas, ni constituyen formulas mágicas. Su eficiencia depende en buena medida de las personas que las aplican.
Así pues, el papel del profesor es cambiante acuerdo con las estructuras las cuales se desempeña, pero siempre permanecerá su función de activador y animador del desarrollo cultural, humano y social.
El profesor individuo esta siendo desplazado por el grupo de profesores, de acuerdo con las tareas similares e interdisciplinarias, y el trabajo en equipo del grupo de educadores, se ha convertido en una necesidad educativa. La eficacia de la educación requerida, cada vez más, la conjugación de la organización y de las técnicas con la vitalidad de los grupos creadores de los maestros y con la participación crítica, imaginaria y democrática de los grupos estudiantiles.
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