Reynaldo Paredes Alarcón nos comparte su propuesta que sugiere un cambio en el sistema educativo boliviano. 5 aspectos que considera fundamentales:
Visualizamos un currículo que exige encuentro
Hay una multiversidad de modalidades emergentes ante la contingencia educativa. Ninguna es una opción curricular que coincida con la dictadura de una norma única y generalizada. Éste disenso democrático y consentido es el principio ético de un pacto educativo. Mira el rostro y entra en relación con el otro. Asume críticamente la emergencia de las nuevas realidades más allá de nociones de éxito y progreso educativo. Ya no basta la calidad académica sino la calidad de la persona. Es un mirar más adentro: aprehender es des-cubrir facciones de gestos de posibilidad y alteridad, evaluar es pulsar el sentido de lo que siente y piensa.
Se trata de un salto curricular cualitativo alternativo
Un pacto educativo parte del cuestionamiento de sentido de una teoría y práctica curricular exigua. Exige un cambio actitudinal y gnoseológico acorde con nuestras urgentes necesidades. La realización de nuevas formas de aprendizaje en contextos emergentes. El currículo no es tanto para dar conocimiento, sino para crear y producir conocimiento en situaciones nuevas. Las tradicionales asignaturas de estancos separados deben re-pensarse como espacios particionados co-nexos para desarrollar programas de investigación, cuyos objetos posibles, señalarán la co-participación de las disciplinas científicas pertinentes. Se hace necesaria una confrontación inter-disciplinar que permita emerger lo contradictorio y lo diverso, impensables desde miradas lineales y jerárquicas del currículo.
He aquí un desafío pedagógico
¿Cómo restaurar la riqueza gnoseológica de la complejidad que abre paso al diálogo entre ciencias y humanidades? ¿Cómo potenciar y optimizar lugares cognoscitivos del currículo para la búsqueda trans-disciplinaria y trans-paradigmática? El pensamiento complejo es un pensamiento que inter-relaciona. De allí, las quejas actuales por la fragmentación del saber y el aislamiento de las disciplinas que resulta de un modo de pensar que no atiende al diálogo. Cada disciplina, cada asignatura es vista como una trinchera, como pre-requisito, como simple protocolo denominacional para tematizar contenidos, sin plantear relaciones entre lo distante y lo cercano, lo propio y lo ajeno.
Pensar el currículo como contingencia histórica
La emergencia exige un salto histórico para la elaboración de una teoría y práctica curricular nuevas. Una metódica sistémica, abierta a complejidades distintas de practicar la planificación, la evaluación y la administración. Pensar por particiones relacionadas es la búsqueda trans-epistémica que fundamenta otro tipo de trans-racionalidad crítica capaz de rehacer las huellas, del conocer, del aprender, del enseñar y del convivir. Un pacto educativo implica un transito del umbral tecnológico, como recurso de aprendizaje, a un proyecto educativo histórico y ético.
Develar el currículo oculto
La emergencia educativa implica una rigurosa crítica epistemológica y antropológica de la cultura. Identifica y supera dialógicamente las formas -explícitas e implícitas- de resistencia cultural que subyacen en el llamado currículo oculto. El pacto educativo debe permitir el diálogo cultural a partir de procesos de con-culturación. Se trata de la continuidad cultural con-junta de los aprendizajes que se entre-tejen de sentido desde la vida, con la vida y para la vida.
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