El entorno del colegio siempre tendrá una especial importancia en el desarrollo del niño, más allá de las cuestiones relacionadas estrictamente con lo académico, pues es allí donde pasa tres cuartas partes de su tiempo diario y donde aprende a relacionarse con sus iguales y con otros adultos distintos a sus padres y otros muchos temas necesarios para su adaptación y desempeño futuro.
Uno de los aspectos importantes en este sentido, que suele generar problemas no sólo para algunos alumnos sino para los educadores, tiene que ver con ciertas reacciones de aquéllos, como, por ejemplo, determinadas respuestas bruscas cuando se les amonesta por algo que han hecho, interrumpir la clase, pelearse con un compañero o cualquier otro tipo de falta, o cuando se incide en que hagan ciertos deberes que han dejado sin hacer. Estas reacciones tienen que ver, en especial, con esa dificultad de los chicos para controlarse de forma conveniente.
La cuestión es que, si bien le puede pasar a cualquier alumno, como también cualquier adulto puede perder el control de sus respuestas, los hay que tienen más facilidad y por tanto una probabilidad más alta de presentar problemas en este área. Son aquellos alumnos más impulsivos, más inquietos, con mayor grado de distraibilidad, o más desmotivados, porque son los que más dificultades van a tener para mantenerse atentos durante todas las clases a lo largo del día y los que estarán más expuestos a que les llamen la atención en clase.
Qué se puede hacer desde casa
Se debe mostrar cierta empatía sobre cómo se pueden los chicos sentir cuando perciben que determinado profesor les está diciendo algo que consideran inadecuado. Hay que intentar siempre, en los primeros momentos, que no se consideren incomprendidos por lo que sienten.
Esto es como una prueba, es decir, si ellos perciben que se les ha escuchado con atención, se favorece que no se pongan a la defensiva, y si no es así, posiblemente no se pasará a otra fase.
Éste no sería un buen momento para criticar de manera directa su forma de entender estas relaciones ni tampoco para valorar la intencionalidad de los demás.
A continuación, debemos hacerles ver que los que pierden son ellos y las consecuencias negativas les afectarán única y exclusivamente a ellos: se pueden quedar sin recreo, si la falta es importante los mandarán a casa si así es considerado por el consejo escolar del centro, que serán a quienes seguirán evaluando y poniendo a prueba un día tras otro. Por eso, les compensa trabajar su autocontrol con el fin de resolver este tipo de situaciones de manera favorable para ellos. De esta forma, serán capaces de escuchar cosas que no les gustan y con las que no están de acuerdo sin necesidad de saltar y alterarse. Responderán en esos momentos de manera tranquila y sosegada. Y si no es posible, se callarán y buscarán el momento adecuado para hacerlo, consiguiendo enfriarse, pudiendo, de este modo, escoger la respuesta adecuada que no les perjudique ni a ellos ni a nadie.
Hay que evitar justificar su acción ni siquiera cuando pudiera tener razón en el planteamiento, para que vea con claridad la diferencia entre lo que pueda pensar y lo que haga, ya que están en diferente plano, y aunque puedan pensar lo que quieran, su comportamiento ha de tener unos ciertos límites.
Muchas veces se corre el riesgo o bien de mostrarse extremadamente insensibles hacie la actitud de los chicos frente a las dificultades y a su sentido de la justicia o, por el contrario, a parecer demasiado comprensivos. En el primero de estos casos, la insensibilidad de los padres les suele hacer incluso más fuertes en sus planteamientos. La excesiva comprensión, en cambio, les traslada la idea de que están de acuerdo con ellos, con lo cual su actitud puede quedar plenamente justificada. Si lo que queremos es que aprendan a controlarse en este tipo de situaciones, es vital moverse entre estos dos extremos y trabajar una y otra vez la idea de que, por encima de lo que perciban acerca de lo que los demás les hacen o les dicen, perder el control nunca está justificado y depende de su capacidad para hacerlo por ellos mismos.
Por regla general, será suficiente con las propias sanciones que ponga el centro educativo, pero, en ocasiones, cuando nos lo indiquen por la gravedad del asunto o porque se hacen demasiado frecuentes, será necesario apoyarlo desde casa con algún tipo de retirada de privilegios. Recuperarlos formará parte de un plan de esfuerzo que incluirá conseguir su autocontrol emocional.
Qué se puede hacer desde el colegio
Se debe intentar descubrir cuanto antes a estos alumnos que tienen dificultades en el área de su autocontrol. Desde el inicio de curso es conveniente saber qué les puede predisponer en ese sentido, como, por ejemplo, ciertas dificultades del tipo de la hiperactividad que presentan algunos y que les inclina a tener elevada la impulsividad, como uno de los rasgos más notorios y que sabemos que les dificulta mucho. Hay también algunos alumnos que pueden tener una personalidad desafiante o sencillamente otros que presentan menos tolerancia a la crítica y esto les haga saltar.
Conocer bien estas características particulares del alumno hace más eficiente la relación con ellos. El valor de las cosas que dicen los profesores muchas veces es mayor de lo que ellos se creen y así hay alumnos que le dan muchas vueltas a cuestiones que en principio carecían de esa intencionalidad. A estos alumnos también se los detecta con facilidad a través de las tutorías individualizadas.
Es preciso disponer de recursos consensuados entre los propios educadores que sirvan para regular las consecuencias que las pérdidas de autocontrol de los alumnos deben tener y así evitar ciertos conflictos relacionados con la escalada de respuestas que se suelen suceder, de tal forma que muchas veces la pérdida de control por parte del alumno desemboca también en la del profesor.
Las consecuencias han de ser previsibles y estar por escrito, para que cuando ocurre un suceso de este tipo el profesor no tenga que parar la clase ni ponerse a discutir ni a intentar aclarar nada, ya que casi con toda seguridad no será el momento oportuno.
Pasado un tiempo, unos días incluso, sí será positivo analizar con el alumno qué le llevó a interpretar así la situación y ayudarle a entender entre todos lo que ocurre y cómo se espera que se comporte la próxima vez que acontezca algo parecido.
Qué se puede hacer desde casa
- Mostrarse empáticos con cómo se sienten.
- No criticarles directamente en este momento.
- Ayudarles a ver su desventaja al actuar como lo hacen.
- Darles algunos consejos para situaciones futuras.
- No justificar su acción.
- Insistirles en las ventajas de su autocontrol.
- Cuando estemos ante acciones de extrema gravedad o de una alta frecuencia, establecer consecuencias negativas.
- Cuando se empiecen a autocontrolar, favorecer su esfuerzo estableciendo consecuencias positivas y recuperando los privilegios perdidos.
Qué se puede hacer desde el colegio
- Intentar conocer las características e individualidad de cada alumno.
- Disponer de recursos en el centro para actuar siempre igual con los alumnos que pierden el control.
- Conseguir que todos conozcan ese protocolo y esté por escrito.
- Buscar posteriormente momentos para ayudar a comprender lo que ha ocurrido y para prevenir conflictos futuros.