El antiguo refrán español contiene una enseñanza válida a propósito de los valores humanos: «Fray ejemplo es el mejor predicador»; es decir, si queremos que los valores se arraiguen en las personas, el instrumento más eficaz es vivirlos consciente y habitualmente, a pesar de los errores que se cometan y a pesar de los antivalores.
«Nadie da lo que no tiene» reza un refrán antiguo de origen latino. Nadie puede enseñar lealtad si no es leal, o comunicar responsabilidad si no es responsable, o hacer que los demás se respeten si uno no respeta primero. Es una ley sencilla pero clara y sin ambigüedades, que no exige tener todos los valores o vivirlos en un grado sumo para poder hablar de ellos o para intentar que los demás los practiquen.
Cada uno motiva el «desaprendizaje» de los antivalores con los valores que tiene. Por eso es muy importante ver en los demás primero sus valores, para luego ayudarles a combatir los antivalores de una forma constructiva, abierta y sincera, teniendo especial cuidado en la manera en que se los hacemos ver.
Cuando se quiere que alguien mejore respecto a un valor determinado, lo más adecuado es mirar hacia sí mismo y empezar por exigirse más en ese valor. Si en el hogar uno de los hijos es poco sincero, es necesario pensar si esa misma conducta existe en los padres o en los hermanos. Así, el defecto ajeno se vuelve una oportunidad de cambio para él y para quien debe corregir y ayudar a superar el problema.