La educación de los estudiantes no solo depende de la calidad de formación sistemática que se pueda brindar en la escuela y en el colegio, sino de las características del entorno donde él vive y se desarrolla: el hogar y sus relaciones que en ella se suscitan.
Los factores que condicionan su forma de pensar, sentir y obrar provienen también de sus relaciones con los amigos del barrio y de su ámbito escolar y, ocupando un lugar cada vez más influyente, los medios de comunicación audiovisual como la televisión, el internet, las redes sociales y otros.
Los medios de comunicación masiva sobre todo la televisión y el internet, se ha convertido en nuestro tiempo en la fuente principal de información para los niños y adolescentes.
El internet y la televisión ha desplazado en cierto modo al hogar y a la escuela en algo muy importante: la formación en los valores y la orientación de los comportamientos. Ante esta frecuentemente tergiversación de los valores, la escuela y el colegio deben reasumir hoy más que nunca el trabajo de la formación de la conciencia crítica, desde el nivel pre-escolar hasta el bachillerato: porque de lo contrario se corre el inminente riesgo de que nuestros estudiantes, futuros ciudadanos que conformarán nuestra sociedad, serán seres violentos, materialistas, individualistas, consumistas y hasta corruptos.
Así, es imperiosa la necesidad de tomar en serio la educación en valores, tanto en el hogar como en el sistema educativo; porque esa será un modo de formar en el educando una conciencia sólida para que él pueda discernir lo malo de lo bueno, lo socialmente deseable de lo socialmente pernicioso.
Valores y actitudes
Cada vez más el ser humano experimenta un deseo ferviente de redescubrir su verdadera dimensión. Después de sobrellevar el embate de la tecnología, cansado de tanto mercantilismo y utilitarismo, el ser humano procura volverse sobre sí mismo para trascender.
El hombre ha vuelto a comprobar que puede ser más enriquecedor dar que recibir. Los grandes avances tecnológicos que amenazan por terminar en maquinizándonos y poner en riesgo nuestra condición de personas, nos urgen dar grandes pasos en la línea de la humanización.
El hombre en cierto modo desea encontrar valores en torno a sí; anhela que quienes gobiernan, quienes imparten justicia y quienes educan a los demás posean valores. Se hace prioritario que todos los que comparten el mundo también compartan valores.
Definir valores puede ser difícil; en todo caso los valores están relacionados con las grandes convicciones humanas de lo que es bueno, de lo que es mejor y de lo que es óptimo; que el ser humano posee la facultad en sí mismos de propiciar alegría, satisfacción y felicidad y la convicción de que los valores son fundamentales en la búsqueda de la plena realización humana. En síntesis, las actitudes de las personas son las demostraciones tangibles de los valores o de los antivalores que poseen.
¿Cómo estimular la formación de la conciencia crítica?
Una de las estrategias que mejor resultado ha dado tiene base en el método inductivo, que parte siempre de las experiencias del educando, pasando luego a desarrollar su creatividad y su juicio crítico para construir su convicción.
La trilogía: ver, juzgar y actuar, se convierte en la metodología más eficiente a la hora de llevar al aula y poner en práctica la formación de la conciencia crítica del estudiante.
Una de las fortalezas del método ver-juzgar-actuar consiste en su carácter inductivo: partir de la situación olvidando la tradición de emplear métodos deductivos que partían de conceptos generales y universales para deducir cuáles eran las acciones adecuadas para enfrentar situaciones particulares.
El método tiene una coherencia interna, en la que cada fase viene después de la anterior. La realidad analizada en el ver es interpretada en el juzgar y del diagnóstico que se deriva de la comparación del ver con el juzgar emerge el actuar. Pero simultáneamente, al actuar ya se está viendo nuevamente y juzgando, en un proceso tipo espiral que no concluye. No son tres momentos estáticos e independientes, sino procesos de reflexión y actuación simultáneos.
El método acompañado de sesiones de autodescubrimiento y las dinámicas de grupo dan buen resultado.
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