En general, definimos adicción como la actitud o conducta generada como consecuencia de una dependencia. La adicción es el abuso habitual, independiente de la voluntad, de una sustancia o actividad, con resultado de dependencia.
El incremento tan importante en el uso de Internet en los últimos años ha conducido en determinados casos a un uso patológico del mismo, que se ha catalogado como adicción a Internet y, por extensión, a las nuevas tecnologías de la información y comunicación. También se le conoce con el nombre de trastorno adictivo a Internet.
El uso patológico de Internet se ha descrito como incontrolable, marcadamente estresante, gran consumidor de tiempo o que resulte en dificultades sociales, laborales, o económicas y no solamente presente durante las fases hipomaníacas o maníacas del trastorno psiquiátrico.
¿Cómo evitar la adicción?
- Dejar que el niño o el joven naveguen en Internet sólo si está en casa acompañado de una persona adulta.
- No poner el ordenador en la habitación del niño y, en cualquier caso, situar la pantalla de forma que esté visible para la persona que entra o está en la habitación.
- Ser capaz de manejar el ordenador al menos al mismo nivel que el niño, de forma que éste sea consciente de que se tiene capacidad para poder controlarlo.
- Utilizar todos los sistemas de protección actualmente disponibles para evitar el acceso a sitios no aprobados para menores.
- Hablar habitualmente con el niño sobre la interacción en Internet y redes sociales, tratando de tener información respecto a lo que se ve y consulta y procurando poner de manifiesto eventuales reticencias.
- Enseñar al niño o adolecente que cuando se conecta a una red social o chat, no debe facilitar ni dar direcciones, números de teléfono o cualquier tipo de información que pudiera identificarle. Es necesario dejar claro, aunque sin alarmarle, los riesgos que pueden derivarse en interactuar en redes sociales o chat con desconocidos.
- Evitar que el niño se conecte a Internet o redes sociales (particularmente en el “chat”) durante la noche.
- Alertarlo de que debe avisar a sus padres siempre que algún “amigo del chat” insista en solicitarle informaciones o hábitos personales o de su familia.
- Navegar, “chatear” y escribir post algunas veces junto al niño para inducirlo a una mayor confianza con los padres respecto a los contenidos de sus conversaciones en la red.
- En la medida de lo posible, tratar de evitar que el niño tenga su propia dirección de correo electrónico o cuenta en una red social, de la cual sólo él conozca la clave de acceso.
- Construir junto al niño una serie de reglas consensuadas para navegar en Internet, sin querer imponérselas.
Parece lógico pensar que un uso racional y moderado de estas nuevas tecnologías podría evitar la aparición de estas adicciones. El problema surge cuando lo que debería ser un medio o un instrumento (Internet, teléfono móvil) se transforma en objetivo en sí mismo. El abuso que de estas tecnologías hacen algunas personas, como sucedáneas de otras actividades, genera mecanismos de dependencia e incluso síndrome de abstinencia, parecidos a los que producen las sustancias psicoactivas.
En los casos de verdaderas adicciones a Internet u otras nuevas tecnologías podrá ser necesaria la intervención del equipo de salud mental (psicólogo, psiquiatra) especializado en estos trastornos.
Autor: Gualberto Tein Alanoca
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